Racismo persiste y deja huellas en las redes: caso Albertina
Cuando estudiaba en la Universidad Católica Boliviana existían
materias de libre elección en las que podían inscribirse alumnos y alumnas de
cualquier carrera. Para muchos, era la oportunidad de juntarse con amistades
del colegio o también de tener un respiro de la propia carrera.
En una de estas materias había que realizar una filmación
casera trabajada por grupos y con temática libre dado que el objetivo de la
asignatura era despertar la creatividad del alumnado, un propósito relativamente
necesario ante tanta rigidez de las carreras formales.
Un grupo mixto de estudiantes de clase media de la zona
sur presentó un video comedia. Según explicaron, era una compilación de
momentos divertidos que atravesó el grupo de amigos al igual que algunas bromas
con cámara escondida que hicieron a personas dentro y fuera de la universidad.
Una de estas bromas me provocó algo de gracia: pegaron al
suelo del patio de la universidad una moneda de 5 Bs. utilizando adhesivo
industrial para que fuera imposible levantarla y, así, la cámara escondida
registraba los intentos frustrados de varios alumnos y algunas alumnas de
apropiarse de esta.
La otra “broma” era políticamente preocupante. Consistía
en que la cámara escondida estaba dentro de un minibús, aparentemente en un
trayecto dentro de la zona sur, y filmaba cómo le pasaban un celular a una
cholita (así la nombraron ellos y ellas) diciéndole que la llamada era para
ella. “Te están llamando, la llamada es para vos” le repetían e insistían hasta
que la “víctima de la broma” aceptó recibir el celular y dijo “¿hola?”. Ahí, el
grupo de amigos y amigas echaron carcajadas al unísono.
Se supone que lo gracioso de la broma radicaba en que una
“cholita” maneje un celular, es decir, que intente comprender y operar un
dispositivo electrónico de la más reciente modernidad occidental. Esto sucedió en
2007, a un año y medio de que Evo Morales se convirtiera en presidente de
Bolivia.
Un año más tarde, me pude percatar de la existencia de un
grupo en Facebook denominado “Ahora cualquier indio tiene Facebook” que tenía
una gran cantidad de miembros y constituía un cierto honor urbano el formar parte
de este.
Ahora bien, los negacionistas del racismo en Bolivia (Panamericana,
Página 7, El Deber, Los Tiempos y los analistas políticos de la derecha
boliviana) aseguran que el racismo es una ficción que se la inventó el
MAS y que Bolivia ya estaba cambiando antes del 2005.
Nótese que la estructura de todas las reacciones de
asombro e indignación sobre la Tiktoker
potosina, Albertina Sacaca, es exactamente igual a la “broma” del celular de
los estudiantes de la Universidad Católica o al grupo en redes “Ahora cualquier
indio tiene Facebook”.
Si no existiera racismo en Bolivia, la tarifa de mil
dólares por publicidad que cobra la joven Tiktoker
habría pasado desapercibida y el hecho que se convierta en noticia nacional es precisamente
la evidencia de que el racismo sigue plenamente vigente.
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Escrito por *Javier García Bellota, enviado a la Escuela
Crítica de Filosofía Política y publicado el 24 de julio de 2022.
*Estudios en Derecho, Filosofía y Ciencia Política.
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