El punto de vista de la miseria. La racionalidad ética del pensamiento crítico de Juan Rivano
En un tiempo sombrío en América Latina, cuando sobre nuestro cielo asomaba la terrible experiencia de las dictaduras militares más ominosas, el filósofo Juan Rivano (1926-2015) se destacaba como uno de los primeros pensadores que procede a configurar una crítica acérrima de las formas ideológicas de la enajenación propias de una masa académica indiferente ante las condiciones materiales de nuestro continente. Pues, para Rivano, era una cuestión fundamental que la filosofía produjese un pensamiento crítico congruente con la eliminación de la miseria y la impugnación de las ideologías dominantes prevalecientes.
A través de su obra y su ardua labor investigativa, Rivano introdujo tempranamente el estudio de la dialéctica como racionalidad predominante y método de investigación, haciendo hincapié en el pensamiento hegeliano y el humanismo marxista, con el propósito de configurar una reflexión ética fundamental sobre las necesidades materiales elementales de nuestra América. En este sentido, el pensamiento de nuestro autor ha sido una contribución auténtica y significativa al pensamiento crítico latinoamericano y, en especial, a la meditación ética.
El golpe militar de 1973 marcó la vida y el destino de Rivano: este sufrió la persecución del régimen de Pinochet que, después de haberlo destituido de su cátedra como docente de la Universidad de Chile, lo detuvo y encarceló, en 1975, mediante la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Finalmente, y después de haber pasado por distintas prisiones militares de su país, Rivano se exilió en Suecia, donde continuó con su labor de pensador y escritor.
Entre sus obras principales destacan Entre Hegel y Marx (1962) e Introducción al pensamiento dialectico (1972), que pertenecen al comienzo y fin, respectivamente, del primer periodo de su producción filosófica signado por sus preocupaciones de índole ética y el énfasis en el pensamiento dialéctico como método ideal de investigación filosófica. En el segundo periodo de su producción cabe mencionar su obra Cultura de la servidumbre (1969), en la cual Rivano presenta una crítica severa de la ideología marxista, en boga por aquellos días. En este breve escrito, empero, deseamos poner énfasis en el juicio crítico de un libro notable, cuya lectura, consideramos, es imprescindible hoy día.
En El punto de vista de la miseria (1965), su obra principal, el pensador chileno cuestionó el nihilismo y el existencialismo de las filosofías importadas de la Europa occidental (acogidas acríticamente por la academia chilena) planteando una pregunta fundamental: la pregunta que expone explícitamente la racionalidad ética del pensamiento crítico latinoamericano: “¿No es cierto que con esta ideología nihilista nos dará lo mismo que los nuestros no tengan desayuno y mueran por millones?”.
Esta pregunta es capital para la configuración de un pensamiento ético-crítico en razón de su énfasis en un humanismo intrínseco a su concepción filosófica, aunado a una preocupación permanente por las condiciones materiales y la realidad histórica de los pueblos de Latinoamérica. Se trata, pues, de dilucidar y asumir la razón dialéctica como método desde el criterio de “continuidad y relación creadora entre los contenidos y doctrinas de la filosofía y nuestra realidad histórica viva”.
La racionalidad de este pensar crítico reside en el espíritu ético que propugna, en definitiva, “una reflexión seria y verdadera puesta en relación con la vida y las tareas de la vida”. Por eso Rivano insistía en la necesidad de producir una filosofía congruente con la crítica de la miseria que había castigado gravemente a nuestros pueblos (al término de la Guerra Fría, en particular). Una filosofía de tal índole concibe el criterio de su pensar en la clarificación del aspecto representado por “la miseria, la postración, el hambre que imperan en nuestro continente”. A este respecto, podemos afirmar que el pensamiento racional requiere, por tanto, no solo de planteamientos teóricos lúcidos, sino sobre todo de una “filosofía inmediata a la acción”, esto es, una praxis emancipadora, como asevera nuestro autor. En otras palabras, hablamos de una vocación de la responsabilidad ética ante nuestros pueblos, en conjunción con la elucubración de un pensamiento crítico que sustente y motive significativamente nuestra praxis cotidiana como sujetos políticos.
El punto de vista de la miseria asume un precepto ético desde el comienzo de su razonar. De ahí que las preguntas son fundamentales e imprescindibles; estas involucran predominantemente la reflexión sobre la responsabilidad y el quehacer propio del pensador latinoamericano: “¿Qué tareas, entonces, debe cumplir un filósofo latinoamericano?” “¿Por dónde se comienza?” Además: estas preguntas atañen a la enajenación latente en nuestra filosofía, cuestionando si esta es (o pueda llegar a ser) algo más que un simple hacernos eco de las inquietudes o problemas que surgen en otros lugares allende nuestras tierras y, por consiguiente, nuestra realidad concreta.
En tal sentido, la filosofía de Heidegger, por ejemplo, es impugnada expresamente en virtud de su énfasis en la cuestión de la muerte; del mismo modo, la “vocación del ser”, propugnada por el filósofo alemán, es refutada como una “vocación demasiado abstracta y sobremanera pedante”. En contraposición, Rivano sostiene la idea de “propiciar la vocación del contacto con la realidad”, que nosotros comprendemos como la asunción de la filosofía como vocación humana en relación intrínseca con la comunidad donde aquella florece y se desarrolla, e instaura el sentido crítico de su actividad pensante.
Con Eduardo Nicol (1907-1990) aprendimos que el pensar es una vocación humana que ofrece a la comunidad, ante la cual se sabe responsable, “producir un hombre liberado por el pensamiento”. Gracias a Juan Rivano comprendemos que filosofar implica eminentemente la asunción de un precepto ético de responsabilidad ante la miseria de nuestros pueblos. Así, el pensamiento de Rivano es un humanismo; uno de los humanismos más preclaros que ha echado raíces en América Latina. La racionalidad ética de su filosofía es expuesta de la siguiente forma: “En primer lugar, vamos a filosofar con el propósito de entrar en existencia verdadera; con el propósito de aclararnos un camino posible por delante; con el propósito de apuntar sobre las condiciones de la injusticia y suscitar en nuestro pueblo la voluntad de liberarnos de la miseria; con el propósito de ganar una conciencia sincera y valiente de lo que somos y lo que podemos ser; con el propósito de atinar de una vez para siempre con la fórmula que esquematiza nuestras condiciones y posibilidades”.
__________
Escrito por *Euclides Antonio Dueñas Averanga, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política y publicado el 03 de marzo de 2022.
*Profesor y pensador boliviano. Estudió lingüística y filosofía. Es además ensayista, autodidacta e investigador independiente
**Fotografía de base tomada de https://www.latercera.com/opinion/noticia/maestro-de-maestros/93744/
Comentarios
Publicar un comentario