La victoria de Gabriel Boric: el nuevo horizonte del pueblo chileno y sus desafíos
El 19 de diciembre de 2021 se inició un nuevo tiempo en la historia de Chile: un tiempo de esperanza y restauración moral del espíritu democrático disminuido notablemente en los últimos años. La victoria de Gabriel Boric y de la coalición política Apruebo Dignidad (AD) constituye un hecho fundamental para la instauración de una democracia mucho más edificante y dinámica. El horizonte de libertad auténtica, que había prefigurado Salvador Allende, retorna a la memoria de nuestros pueblos.
Sin embargo, es ahora necesario y urgente para el gobierno electo comenzar a reflexionar con ahínco acerca de los problemas enraizados en la sociedad chilena desde hace tiempo, así como sobre el tipo de políticas públicas que se requiere implementar de acuerdo con su programa político, cuya propuesta se destaca en varios ámbitos como: la educación (se pretende fortalecer la educación pública, en conjunción con otras medidas vinculadas a la misma), la salud, la economía (la reforma tributaria y cambios importantes en el sistema de pensiones), la migración, los derechos humanos (en especial de las mujeres), la seguridad, entre otros.
Por otra parte, cabe mencionar una cuestión substancial para la configuración de un proceso democrático más integral y participativo, equilibrado y sensato: puesto que AD está conformada por varias corrientes político-ideológicas, el gobierno de Boric tendrá que habérselas con el discernimiento crítico de un problema harto significativo: la tensión entre un principio de gobernabilidad democrática y un proceso de democratización cada vez mayor, que incluye ante todo la premisa de la participación política popular, dadas las demandas del estallido social que comenzó en octubre de 2019 exigiendo igualdad y justicia social plena. De ahí que Boric tiene la misión insoslayable de llevar a cabo un diálogo y debate permanentes con su alianza, a fin de brindar prioritariamente las políticas públicas más adecuadas para establecer y asegurar, a mediano y largo plazo, las condiciones materiales del pueblo chileno, de forma efectiva. Este debe ser un imperativo vital para la alianza de izquierda.
(Si bien la democracia chilena siempre ha sido considerada como una de las más consolidadas de América Latina, hoy día podemos advertir, a la luz del estallido social de 2019, que se trataba de un mito: el mito del “milagro” del libre mercado, impuesto por la fuerza de las balas, según rezaba el credo neoliberal de los Chicago boys, profesado por uno de sus ideólogos más sobresalientes, Milton Friedman.)
Además, cabe señalar que el triunfo de Boric ha sido descrito por varios analistas políticos como un suceso electoral sin precedentes en la historia democrática de Chile, a causa de la confluencia de algunos aspectos predominantes: la juventud del líder izquierdista, el hartazgo – de la mayoría de la población – del sistema de partidos tradicionales de las coaliciones tanto de izquierda como de derecha y, sobre todo, la participación masiva de los electores en el balotaje, lo cual contribuyó sustantivamente al amplio margen de diferencia obtenido en las urnas por Boric, con respecto a su contendiente, el político de derecha José Antonio Kast: 55,87 % frente al 44,13 %. El legado del Pinochet ha sido enterrado.
En definitiva: la consciencia crítica del pueblo chileno se erige libre como sujeto político y actor principal de su transformación. La responsabilidad de los pensadores latinoamericanos reside en hacer inteligible este tránsito de la consciencia crítica a la conciencia de la liberación. Porque la razón de la liberación es una razón ética.
Hoy se abren
las grandes alamedas.
_________
**Imagen tomada del portal BBC Mundo News.
*Profesor y pensador boliviano. Estudió lingüística y
filosofía. Es además ensayista, autodidacta e investigador independiente.
Comentarios
Publicar un comentario