COVID2022



Desde que el coronavirus arribó súbitamente a nuestras vidas el 2020, y nos encerró a todos en nuestras casas (no hablemos aquí de quienes no disponían de un techo propio), no ha hecho otra cosa que seguir y seguir, de diversas formas, en nuestro diario vivir.

Quizá ya no le tengamos tanto temor como hace aproximadamente dos años atrás, pero aún nos invade mediante los medios de comunicación, los decretos de los gobiernos y mediante el tan confuso pero manifestable miedo y prejuicio de las personas. Este virus, o, mejor dicho, el miedo al virus, no hace más que replicarse en diferentes formas de tal modo que comienzo a pensar que nosotros mutamos junto al virus.

La mejor forma de entender y medir la invasión del virus en nuestras vidas se manifiesta en lo que se nos arrebató de libertad: ya no poder salir a la calle sin portar un tapabocas, obligatoriedad (eso al menos se pretende) para portar un carnet de vacunación, rechazo de las clases presenciales, no poder viajar al extranjero sin antes haberse realizado una prueba negativa de sangre PCR (uno es sospechoso incluso si está vacunado), no poder abrazar ni dar saludos afectivos a conocidos y amigos ni poder visitarlos en sus domicilios, etc. La pandemia del coronavirus nos ha deshumanizado en cierto grado.

Desde que apareció el virus la opinión de médicos, científicos, comunicadores sociales y políticos se ha contradicho en varios aspectos. Por ejemplo, hoy se sabe que lavarse o desinfectarse las manos no es tan importante como el permanecer en ambientes ventilados, ya que este virus es más propenso a transmitirse aéreamente. Las contradicciones son comprensibles si tenemos en cuenta que se trata de un virus nuevo. De hecho, las vacunas contra el covid19 son experimentables ya que aún estamos a la expectativa de si son efectivas a las variantes o mutaciones del virus.

Y sin embargo, depositamos nuestra confianza en estas opiniones que con el pasar del tiempo se contradicen entre sí. Pensamos que la salvación vendrá de los avances de la ciencia, de la medicina e incluso de la política. Estamos dispuestos a sacrificar nuestra libertad por promesas de salvación. Y sin embargo esto no acaba ni sabemos cuándo lo hará. Todos, exceptuando quienes hacen de esta crisis sanitaria un buen negocio, añoramos cómo eran las cosas antes. Y sin embargo la política, la ciencia y la medicina occidental aún nos tienen en sus manos, esperando, quizá ilusamente, que en algún momento nos liberen y nos digan ¡la pandemia ha acabado!

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Escrito por *Mauricio Montealegre, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política y publicado el 26 de enero de 2022. 

*Estudios en Filosofía, arte y estética. 

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