¿Memoria histórica, falacia ad hominem o envidia?

Lo escrito aquí, es la opinión de un solo miembro de la Escuela Crítica de Filosofía Política y de ninguna manera ha sido coordinado con Jorge Richter o Rafael Archondo.

Escribo esto porque me llamó la atención el tono amenazante recientemente vertido en la H parlante donde prácticamente le dicen a Richter: “o mejor te callas o seguiremos sacando más secretillos tuyos del pasado mediante hemeroteca”.

Todos tienen su propia postura sobre el debate “golpe o no golpe, fraude o no fraude” pero lo verdaderamente preocupante es cuando se agotan las ideas y una de las partes lo redirige hacia la falacia ad hominen (atacar al sujeto y no a sus argumentos) con el fin de destrozar su imagen.

El ataque al sujeto es muy común en la política, pero, por lo que pude ver de experiencia propia, los ataques personales y el supuesto pasado escandaloso no llegan hasta que uno no empieza a tener cierta repercusión en redes. De ahí, me surge la hipótesis de, si muy a la boliviana, la motivación de fondo (además de política) también pueda ser envidia.

No olvidemos que Richter se ha hecho bastante famoso en los últimos 15 meses, tiene una gran cantidad de seguidores en todo el país, cuenta con el cariño de la gente del ámbito rural y periurbano, y sus transmisiones en vivo tienen el índice más alto de visitas en redes. (Incluso Virgilio Lema aprovechó esta circunstancia para hacer crecer sus transmisiones durante la pandemia y supo dejarlo de invitar para no verse opacado por una de las sensaciones del momento).

No pretendo defender a Jorge Richter, él tendrá que asumir su propia defensa si ve que el caso así lo amerita, pero en la misma línea “argumentativa” de Rafael Archondo, le podemos recordar que él mismo escribió “Incestos y blindajes: una radiografía de juego político-periodístico” (Plural, 2003): un estudio periodístico que, entre otras cosas, denuncia la corrupción, racismo y competencia desleal que practicó, hasta la fecha, la familia Garafulich, dueña de Página 7, el periódico opositor del cual Archondo es columnista desde hace varios años.

Sumado a esto, si mal no recordamos, el propio Archondo en algún momento era masista o al menos eso se decía sobre él, al igual que de muchos otros intelectuales que, en un primer periodo del MAS, también eran "masistas" (y luego se convirtieron en acérrimos opositores).

¿Acaso una persona no tiene derecho a cambiar de opinión o postura, o incluso de darle una oportunidad a la política?

Yo pienso que sí, incluso Ricardo Bajo (ex Radio Patria Nueva) reveló hace algunos meses que la propia María Galindo pasó en determinado momento por una sigla (dato que no le importó a casi nadie, pero muestra que todos podemos apostar a algún proyecto alguna vez).

Lo que sí es reprochable, es que ese grupo de intelectuales tan críticos del autoritarismo del MAS, haya guardado un cómplice silencio durante los 11 meses de censura del régimen de Murillo-Áñez, o peor aún, que el centro de posgrado más antiguo de Bolivia saque comunicados que avalen la militarización de las calles.

Pero de nuevo, en democracia todos tienen su propia postura y tienen el derecho a exponerla, a defenderla o a modificarla (a través de argumentos y experiencias concretas).

Entonces, ¿Rafael no está incurriendo en lo mismo que critica? Queda un poco el sabor de que la H parlante, por momentos, deja de ser periodístico y adquiere un poco el tono de chisme y con una memoria bien selectiva.

Esta percepción mía se desmentiría fácilmente si por ejemplo veríamos alguna averiguación en la H sobre Carlos Valverde (quien para las generaciones actuales es sólo un broadcaster del oriente boliviano pero que para el gobierno tiene un pasado bastante turbio). Sería interesante salir de la duda a través de Archondo.

De igual forma, me quedé con las ganas de que exista un “Incestos y blindajes” parte II, sin duda y conociendo la línea de Rafael, imagino que estaría muy enfocado en los medios estatales (con la misma tónica de su colega Raúl Peñaranda y su "Control remoto") pero también, como buen investigador que presumo debe ser, confiaría en que le daría continuidad al escalofriante relato del imperio Garafulic y su siniestra metodología para hacerse con el poder mediático y político (al igual que de las otras familias dueñas de los grandes medios en Bolivia).

Aprovecho de aclarar que no comparto la postura que está tomando el gobierno, le doy la razón a María Galindo: este ciclo de crisis política polarizada debería haberse cerrado de una vez por todas en las pasadas elecciones de octubre del 2020, pero, tanto la derecha como el MAS, están retomando una polarización que es innecesaria, el país tiene muchas otras prioridades.

Espero que esta opinión no se la vea como un "fan service", pero de verse así, no sería primer caso pues previo a las elecciones también se me acusó de hacerle un "fan service" a María Galindo por la manera en que le hizo su barricada a David Choquehuanca (artículo disponible aquí en la página de la Escuela).

Y finalmente, espero sinceramente no ganarme la bronca de Rafael, pero si él me lo requiere, ya tengo preparado mi propio historial político-intelectual para enviarle y así adelantarme a cualquier averiguación sobre mí.
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Escrito por Javier García Bellota*, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política en Bolivia y publicado el 26/03/2021.

*Estudios en Derecho, Filosofía y Ciencia Política.


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