Joker: ¿revolucionario o conservador?
A un año del
estreno de Joker en Latinoamérica (un éxito en taquillas), todavía queda
la pregunta: ¿es una película revolucionaria o conservadora? Las
interpretaciones del filme están divididas, hay quienes la aclaman y otros que
le tienen desconfianza.
Desde el
primer avance en 2018, el público quedó maravillado con la transformación del
actor Joaquín Phoenix en el archienemigo de Batman, y con apenas 25 segundos en
pantalla, ya se anticipaba de forma razonable que ganaría el premio Oscar.
Nadie se
equivocó, la actuación de Phoenix fue brillante y la película satisfizo las
expectativas de la mayoría (como pocas veces ocurre en la historia
contemporánea de Hollywood).
Sin embargo,
no todos saben que la gran popularidad de Joker (2019) es deudora de la
aún más talentosa interpretación del fallecido actor Heath Ledger, misma que le
hizo ganar un Oscar póstumo. Asimismo, la versión realista de Batman, El
caballero de la noche (2008) de Christopher Nolan, es considerada la mejor
película que se hizo sobre el hombre murciélago hasta el momento.
El trabajo de
Ledger fue tan asombroso que cambió para siempre el concepto sobre el payaso
asesino de ciudad Gótica, incluso la crítica cinematográfica de ese entonces
fue bastante dura con Jack Nicholson, quién hizo una interpretación nada
innovadora del Guasón en Batman (1989); hoy en día, esa crítica se tornó
más benevolente por consideración a que Nicholson, después de todo, es un ícono
de Hollywood.
La propuesta
realista de Nolan para Batman inicia (2005) sustituyó la típica fantasía
infantil de superhéroes por un entramado relativamente complejo que conjuga
elementos de psicología, sociología y criminología, los cuales llegan a su
punto de mayor intensidad cuando se incorpora a Heath Ledger a la saga, tres
años después.
El impacto que
el Joker de Ledger tuvo en la cultura de masas cambió para siempre el
entendimiento acerca de un personaje de historietas: lo complejizó, elevándolo
hacia lo mítico. Simultáneamente, sus repercusiones políticas y sociales han
sido escandalosas; nada de esto se tenía previsto a momento de construir una
versión realista del Guasón, de hecho, la crítica cinematográfica tampoco
esperaba ninguna transcendencia de la interpretación de Ledger.
La
controversia radica en que un personaje de una película apta para todo público
profese un abierto anarquismo contra el sistema actual, contra la autoridad,
contra la mafia, contra la hipocresía de la moral citadina; y por si fuera
poco, que el Joker incendie cientos de millones de dólares.
El director no
buscaba que dicho personaje genere tanta atención y se convierta en una
peligrosidad inspiradora, por ello, decidió no hacer público el material
adicional de producción que explicaba los orígenes del personaje y los motivos
de su accionar.
Pero para
darle otro revés al asunto, el filósofo y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek,
realizó un análisis político del filme, poniendo al descubierto otros elementos
incluso más complejos y más controvertidos que los ya identificados. Resulta
que Batman, lejos de ser un multimillonario-justiciero que vela por las
víctimas del crimen en ciudad Gótica, es un conservador del sistema
político-económico y de las distancias entre clases sociales; nunca combate la
fuente de la desigualdad social (pese a tener los recursos y medios para
hacerlo), alivia la pobreza con caridad (nada diferente a la ya existente) y ni
siquiera apunta a la reforma de la corrupta institución policial, solo busca un
par de aliados en ella (Gordon y Dent).
La revelación
de Zizek es todavía más catastrófica: el Guasón es el único personaje de toda
la trama que no se esconde bajo una apariencia, no oculta su identidad ni sus
propósitos, es consecuente con su causa, y es quien pragmáticamente ataca a la
mafia y al sistema donde realmente les duele, en su naturaleza humana. En
contraste, el justiciero nocturno (Batman), el justiciero legal (Harvey Dent) y
el justiciero anticorrupción (Jim Gordon), constantemente se mueven entre
engaños y apariencias, rematando con su frase de política conservadora: “Ciudad
Gótica se merece más que la verdad, se merece una mentira fundamental”.
Todo esto es
amenazador para el régimen político-capitalista. Muchos jóvenes alrededor del
mundo se inspiraron en este Guasón realista no solo como disfraz para la noche
de brujas (donde el maquillaje de payaso simboliza la pintura de guerra) sino
para expresar simbólicamente su descontento con el sistema consumista (una
frase del Guasón en la película es: “soy hombre de gustos simples, la pólvora
es barata”).
El significado
del Joker de Heath Ledger es políticamente peligroso, por tanto, el régimen
tenía que desmantelarlo de alguna manera pero sin afectar su popularidad
comercial. El propio Nolan, consciente del análisis de Zizek, se pasó del sutil
conservadurismo inconsciente al conservadurismo explícito con El caballero
de la noche asciende (2012) donde incluso hace parodia del movimiento Ocupemos
Wall Street, el cual protestaba contra la codicia del sector bancario que
había sumergido a Estados Unidos en la crisis financiera desde septiembre de
2008 a la actualidad.
Joker (2019), políticamente hablando, es todavía
más conservadora pero en una forma bastante astuta, haciéndonos creer que
estamos frente a un potencial revolucionario. Esta película, centrada en los
orígenes del payaso asesino, articula dos instancias para el engaño:
En la primera,
se vale del morbo que generó el asesinato de 12 personas y 53 heridos en una
sala de cine en Estados Unidos durante en el estreno de El caballero de la
noche asciende(2012). El tiroteo (con ametralladora) fue provocado por un
joven de 25 años, quien, a momento de su detención, pidió que los agentes
policiales lo llamen: “Joker”. Esta tragedia se conoce como la Masacre de
Aurora (uno de los cientos de tiroteos que cada año se registran en dicho
país).
En la segunda,
se vale del aparente potencial revolucionario para instalar un mensaje
profundamente conservador: el Joker es el típico asesino en serie: huérfano,
abusado, desempleado, sin ningún talento, inadaptado a la modernidad, etc. La
película se pone del lado de los lobbies políticos-empresariales: Thomas Wayne,
como empresario capitalista y postulante a la Alcaldía de Gotham, representa
esa alianza.
La madre del
Joker no es una víctima del sistema, es una mujer con problemas psiquiátricos
(otra inadaptada), es decir, para la película no existe tal cosa como víctimas
del sistema, sino que la pobreza y la locura son sinonimia. Se retrata un
desprecio de los pobres hacia los ricos pero no por las inequidades sociales,
sino como la envidia de unos fracasados (tomando partido por el mito del sueño
norteamericano).
A diferencia
de la risa del Joker de Ledger, que es una risa sarcástica respecto al sistema
político-económico y a la doble moral citadina, la risa del Joker de Phoenix es
patológica, es un sinsentido que sólo evidencia su inadaptación al sistema: se
ríe en ocasiones que no debería reírse, esa es la mayor transgresión que
alcanza.
De ahí que
para algunos Joker (2019) haya resultado decepcionante. No se puede
negar que estéticamente la película tiene una apariencia seria, culta, cinematográfica,
etc.; además de que fue publicitada como un supuesto digno tributo a Taxi
driver (1976), pero en realidad traiciona la esencia de un personaje que en
la interpretación de Ledger tenía un potencial revolucionario, al cual podíamos
detenernos a reflexionarlo y a considerar su discurso, mas no sus métodos.
__________
Escrito por
Javier García Bellota*, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política en
Bolivia y publicado el 30 de octubre de
2020.
Comentarios
Publicar un comentario