¿Filosofía en la ciencia ficción?
¿Es posible
sumergirse en la filosofía mediante el cine de ciencia ficción?
Probablemente
pertenezcas a la generación cuya infancia alcanzó a disfrutar del perdido arte
del cine de ciencia ficción, el cual alcanzó su pico más alto durante la década
de los 80´s. En latinoamérica, la influencia de películas como Terminator
(1984), Alien (1979), Depredador (1987), Escape de Nueva York (1981), Enemigo
mío (1985) y otras más, ha sido constitutiva de percepciones de la realidad. No
es un secreto que los latinos nos tomábamos muy en serio las películas (a
diferencia del simple entretenimiento pasajero que significaba para la gente
del país de donde provienen) ¿Será porque las televisoras locales las pasaban
día y noche? ¿Alguien se acuerda del canal 6?
Los últimos
vestigios de la ciencia ficción se estrenaron a comienzos de la década de los
90´s para ser reemplazados por las –ahora infames– comedias románticas,
probablemente uno de los más perversos contenidos de Hollywood ya que presentan
una apariencia de realismo urbano que encubre los fetiches religiosos más
grotescos que los de la abierta fantasía.
No fue hasta
el estreno de Matrix (1999) y sus secuelas que nuevamente tuvimos una
importante entrega de ciencia ficción, ahora sabemos que dicho género está
totalmente perdido y que las producciones actuales no se asemejan ni a la
sombra de lo que solía ser.
Matrix (1999),
por excelencia, es la película que toda persona interesada en la filosofía debe
mirar. Pero en la ciencia ficción de los 80´s existen otras entradas
interesantes a la filosofía, aunque su fin no era precisamente ese. Tal es el
caso de Depredador (1987).
¿Por qué la
visión del Depredador está en función del calor que emiten los seres vivos?
Si es una
especie superior a la humana que domina el viaje intergaláctico ¿por qué es
incapaz de ver los objetos al detalle que lo hacen las retinas humanas? O será
que la limitación de la perspectiva humana es exactamente esa: perderse en los
detalles que opacan la esencia de las cosas que nos rodean.
¿Cual es la
perspectiva correcta, la humana o la del Depredador? O será que su incapacidad
de ver detalles, emociones, culturas y vivencias lo lleva a cazar humanos sin
siquiera interrogarlos.
Si el
Depredador goza de una tecnología altamente superior a la nuestra (por tanto,
de una cultura más civilizada) ¿por qué se dedica a algo tan básico como salir
de cacería? Por otro lado, nosotros somos capaces de ver detalles, emociones,
culturas y vivencias pero, aun así, la gran mayoría de humanos hace las mismas
cosas que el Depredador (políticos que bombardean poblaciones en Medio Oriente,
mafia y carteles que le hacen a sus víctimas exactamente lo mismo que el
Depredador a las suyas, etc.).
En los pocos
segundos que se ve la perspectiva del Depredador, habitan reflexiones no solo
éticas sino, en esencia, epistemológicas. Actualmente, se podría cuestionar que
si su visión se encuentra en función del calor que emiten los seres vivos ¿por
qué no distingue a plantas y arbustos como seres vivos, por qué sólo ve la
temperatura de animales como el escorpión y el humano?
Ver las cosas
por el calor, de por sí es bastante filosófico, lleva al cuestionamiento
cultural: ¿estamos acostumbrados a percibir la realidad de una manera impuesta
y contra-intuitiva? ¿Acaso lo primero que hacemos en el colegio no es empezar a
desaprender? El sistema político-educativo moderno occidental lo que hace
primero es adoctrinarnos a desmerecer las enseñanzas locales, familiares,
culturales, etc.
La lectura
política es inevitable: Arnold Schwarzenegger sólo es capaz de derrotar al
Depredador cuando abandona sus armas modernas y se re-encuentra con la
naturaleza (sogas, árboles, flechas, piedras, fuego). El Depredador es más
alto, más fuerte, tiene mejor tecnología, es más moderno (es un auténtico
moderno) y, pese a ello, se dedica a cazar humanos. ¿No es exactamente lo que
la modernidad occidental hace con el resto de las culturas, a las cuales
considera pre-modernas o anti-modernas?
Tampoco es
casualidad que Billy, un soldado de origen indígena, sea el primero en darse
cuenta de ante quien realmente estaban combatiendo. Esto se refuerza cuando la
mujer latina también sabe, desde un comienzo, que el enemigo es un ser que los
militares norteamericanos no comprenden.
Cuando el
Depredador es derrotado, activa un arma de destrucción masiva, no acepta la
derrota pese a que Arnold entendió que se trataba de una batalla cuerpo a
cuerpo por la supervivencia, en la cual ganó y encima tuvo piedad para no darle
el toque final al humanoide tendido en el piso.
¿Todas estas
consideraciones serán tan solo la ocurrencia de un guionista de Hollywood en
busca de empleo o habrá un sentido profundo deliberadamente colocado en esta
pieza de entretenimiento? En cualquier caso, hoy en día es considerado un
clásico de la ciencia ficción, y por qué no, una interesante entrada a reflexiones
filosóficas, de las cuales, hoy en día, casi ni existen.
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Escrito por
Javier García Bellota*, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política en
Bolivia y publicado el 23 de octubre de
2020.
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