El carácter autoritario del regionalismo camba

 


Durante más de cinco años, HCF Mansilla nos ha machacado con lo que él denomina "el carácter autoritario del mundo andino". Idea según la cual las lógicas populares se caracterizarían por ser anti-democráticas, pre-modernas y, valga la redundancia, autoritarias.

Según el pensador boliviano-argentino, el mundo andino –por no decirnos el mundo indio o el mundo cholo– tendría un afán enraizado (culturalmente) por prácticas autoritarias que en lo político se articulan mediante partidos de izquierda.

El ejemplo que da Mansilla como prueba de su postura, es que los andinos tendrían un desdén por las instituciones liberales-republicanas y un rechazo romántico hacia capitalismo (como si fueran incapaces de comprenderlo y de, por tanto, adaptarse al mismo).

Sin embargo, el mundo andino encabezado por Felipe Quispe, fue el que le devolvió al país la posibilidad de tener elecciones. Quispe articuló más de un centenar de puntos de bloqueo en todo el país como medida de presión al régimen de Áñez para llevar acabo las elecciones. Quispe pudo tomar el poder o al menos exigir la renuncia de la presidenta de facto pero no lo hizo, preservó la salida democrática.

No se puede negar que Evo y compañía incurrieron en prácticas autoritarias al interior del instrumento político, pero, hacia la sociedad civil –irónicamente para las acusaciones de Mansilla– fueron bastante republicano-liberales, de hecho, eso es exactamente lo que les crítica la izquierda radical.

En cuanto al 21F se refiere, tampoco hay duda que ante la pérdida del referéndum –aunque por un margen muy estrecho– Evo cometió el error de saltarse el resultado y repostularse cuando no estaba ni legal ni legítimamente habilitado, y pagó caro por ello.

¿Cuáles fueron las condiciones de la competencia electoral? El árbitro Salvador Romero – amigo cercano de Carlos Mesa– fue designado por Jeanine Áñez (marioneta de Murillo y de Tuto Quiroga, por tanto, designado por estos). Romero hizo un saneo del padrón electoral, lo aperturó a quienes recién cumplían la mayoría de edad con el propósito de incrementar el voto pitita. Además, con la prensa de su lado, con militares y policías de su lado, con Luis Almagro (OEA) y el Departamento de Estado (EE.UU.) de su lado, aun así perdieron.

Habría que preguntarle a HCF Mansilla ¿qué opina del autoritarismo camba?

“El que no salta es indio” es la consigna de la juventud cruceña, que recuerda el “sos un hijo de puta, la puta madre que te parió” de las pititas el año pasado. ¿Es democrático, liberal, moderno y civilizado articularse en base a esas consignas?

Los 11 meses de gobierno pitita estuvieron repletos de presencia militar y policial en las calles. La denominada “revolución de las pititas” integró a grupos paramilitares armados (las resistencias juveniles) ¿No es eso precisamente el autoritarismo en toda su expresión?

Ahora sale Albarracín diciendo que hubo un fraude científico, minutos después se arrepiente o le indican que elimine su publicación y después alega un supuesto hackeo de su cuenta de Twitter. ¿No es esta la misma viveza mestiza que caracterizó el gobierno de facto? (Yerko Núñez alegando que transportó en un avión militar a la ex miss Rurrenabaque por “razones humanitarias”).

La elocuencia de Mansilla y los eufemismos que utiliza para “describir” el mundo andino son el respaldo –más o menos académico– para todos aquellos descalificativos que vemos en redes sociales: primitivismo, infantilismo, salvajismo, irracionalismo, animalidad, etc. respecto a la gente morena que vive en el área rural, periférica y periurbana, es decir, los "masistas” (otro eufemismo que la clase media tradicional utiliza para referirse a quienes considera indios).

Los “masistas” ganaron electoralmente pero el “periodista” español Entrambasaguas le atribuye –como explicación al sorpresivo porcentaje– a que los indios no piensan y no saben hablar español (entre muchos otros prejuicios de odio racial).

Se demuestra que los 21 días de “resistencia” pitita no era ninguna lucha por la democracia ni por el respeto a las instituciones liberales-republicanas, prueba de ello es que no tenían, en lo absoluto, ningún apuro por la realización de elecciones. El gobierno pitita –lleno de “profesionales” de la clase media tradicional– rompió récords en corrupción, eso es lo que acostumbraban a hacer hasta el 2005, esa es la tradición supuestamente liberal y civilizada de la que habla HCF Mansilla; tuvieron dos oportunidades: un régimen de facto y una competencia electoral con todo a su favor excepto la indignación del pueblo plural boliviano.

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Escrito por Javier García Bellota*, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política en Bolivia y publicado el 24 de octubre de 2020.

*Estudios en Derecho, Filosofía y Ciencia Política.

**La base de la imagen fue tomada del portal de Los Tiempos. 

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