Sobre el Manifiesto “¡Por una Bolivia nueva!” de la Comunidad Pukara
El 18 de agosto del presente año la Comunidad Pukara hizo público un manifiesto en el cual advertía sobre los tiempos difíciles por los que atraviesa Bolivia a nivel integral desde hace bastante tiempo. La debacle se constata en la polarización de concepciones del mundo harto divergentes en las esferas moral, política, económica y social.
Históricamente, afirma Pukara, no habíamos logrado constituir “una Sociedad coherente, una Nación integrada, un Estado funcional”, por lo que la convivencia social en nuestro país se habría escindido trágicamente desde que nacimos a la vida independiente republicana. En efecto, un factor objetivo que ha mermado el despliegue libre de nuestro país ha sido la permanencia nociva del colonialismo interno.
Pukara manifiesta por tanto que de lo que se trata es de “construir nación en tanto proyecto político común e innovador”, así como de “constituirnos en fuerzas de nuevo pensamiento y de nueva acción para cambiar el rumbo del acontecer político en Bolivia”; además de la necesidad de la conformación de una “Nueva Identidad Nacional”.
No obstante, pienso que la constitución de esta “Nueva Identidad Nacional” debiera ser concomitante a la prefiguración de una auténtica ciudadanía que se traduzca en un proceso de democratización permanente en la sociedad boliviana. Esto implica establecer una ciudadanía que exprese lo plural de nuestra condición humana y social. En este sentido, el Manifiesto hace hincapié acertadamente en el contenido del concepto de ciudadanía, la cual estaría “basada en la igualdad de oportunidades y posibilidades para todos los bolivianos, indistintamente de su residencia, género, origen étnico y posición social”.
Por otro lado, otro aspecto muy interesante tiene que ver con la definición del concepto de “descolonización”. Según el Manifiesto este concepto consiste en “la depuración institucional de vicios y taras heredadas de la Colonia”. Aunque hay que mencionar enfáticamente que tales vicios y taras se advierten con notoriedad malsana, y hasta perversa, en la psicología feudal de la subjetividad de las castas que han dominado Bolivia desde la fundación de la República. En consecuencia, haría falta, al mismo tiempo, discutir sobre la prefiguración de una educación ética que coadyuve a la depuración espiritual subjetiva (es decir, en las esferas individual y social) de vicios y taras coloniales.
Sobre la modernidad, el Manifiesto ofrece un criterio propositivo de afirmación de los logros materiales y los valores de orientación de esta cuando asevera que “[la modernidad] debe ser entendida no solamente como logros institucionales y materiales, sino como conjunto de valores necesarios a ser implementados en nuestra sociedad”. Bajo esta lógica: “La Modernidad Boliviana debe consolidar el desarrollo integral, no sólo a nivel urbano, sino también a nivel periurbano y rural”.
En el siglo XXI, señala el Manifiesto, Bolivia debe trascender las dicotomías polarizantes. Por ello este sugiere que es indispensable hacer un “Pacto Social por la Bolivianidad”. Empero, es, si no imposible, al menos muy difícil, llevar a cabo un “pacto social” cuando algunos personajes políticos oprobiosos escupen odio por doquier. Es eminentemente importante entonces, en nuestro contexto polarizado, un diálogo y debate honestos que contribuyan a lograr, a mediano y largo plazo, el reconocimiento de la humanidad de los otros, con el fin de conseguir instaurar una convivencia social más humana.
Efectivamente, el Estado boliviano debe ser representativo de la sociedad. Pues: “Debe posibilitar el desarrollo de las potencialidades culturales, regionales, productivas y científicas de la población, reduciendo las inequidades sociales y regionales. Se debe construir un Estado con desarrollo planificado, en el que la multipolaridad sea eje central”. En este sentido: ¿el “Estado Plurinacional” ha sido, es o puede ser representativo de la sociedad boliviana?
Si la constitución de la Bolivia moderna, la Bolivia del siglo XXI, residiría en las potencialidades de los sectores “indígenas y populares” que “habrían demostrado su voluntad de construir una Bolivianidad enmarcada en la pluralidad”, se deduciría que la constitución del “Estado Plurinacional” sería acaso factible, porque si la dinámica de lo plural es lo que se advierte en la realidad social, entonces de lo que se trataría es de expresar esta experiencia plural en conceptos; y el Estado Plurinacional sería por tanto una realidad viva en virtud de que es un concepto proveniente de la elucidación de la realidad. Asimismo, puesto que este concepto afirmaría lo plural de la sociedad boliviana, denotaría a la sazón la configuración razonable de una racionalidad democrática propia, esto es, una racionalidad ético-política conforme a nuestra realidad singular. No obstante, es preeminentemente necesario, como advierte bien el Manifiesto, el cimentar la construcción de la “identidad boliviana” no solo con lo que es propio, sino también en relación con los elementos más razonables que pertenecen al acervo de la modernidad.
En conclusión, el “¡Manifiesto por una Bolivia nueva!” de la Comunidad Pukara expresa enfáticamente la voluntad de – creemos nosotros – la mayoría de los bolivianos que todavía tienen la esperanza de forjar su presente y porvenir acogidos en un país que, aunque signado por grandes discrepancias e injusticias a lo largo de su historia, logre determinarse auténticamente libre y soberano, y sea capaz también de generar oportunidades reales de desarrollo autónomo, moral, social, político y económico para todas las personas que lo integran. Por eso debe continuar persistentemente el debate en torno a conceptos como “Estado Plurinacional”, “descolonización”, “Estado-nación”, “proceso de cambio”; pues solo el diálogo sincero coadyuvará a fundar las bases de la nación boliviana a la par de la configuración de una Bolivia moderna.
Pienso que el Manifiesto de la Comunidad Pukara es una iniciativa urgente y pertinente que nos concierne a todos los bolivianos dados los tiempos difíciles que acontecen; y a su vez expresa la vocación humana y ética de crear alternativas y esperanzas para el cambio desde el presente crítico. Porque de lo que se trata, en última instancia, es de asumir la responsabilidad de ser bolivianos, y esto consiste en, siguiendo a Octavio Paz, volver a ser sujetos de nuestra historia.
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Escrito por Euclides Dueñas Averanga*, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política en Bolivia, y publicado el 1 de septiembre de 2020.
*Filósofo, ensayista, profesor normalista de Filosofía y Psicología y egresado tesista de la Carrera de Lingüística e Idiomas de la UMSA.
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